Desde muy temprano un grupo de siete japoneses se juntaron en el fondo de su negocio, un supermercado ubicado en Palermo, para ver el partido de su selección frente a Holanda. acompañados por té y pan esperaban el inicio del encuentro con la ilusión de que su equipo logre su segunda victoria en el mundial y así asegurarse la clasificación a octavos de final.
Con el correr de los minutos el nerviosismo fue ganando terreno y ninguno de los nipones lograba estar callado, si bien estaban conformes con el juego se los notaba molestos con el arbitraje. Al terminar el primer tiempo, Chan Zee (dueño del local) fue a pegar un cartelito en la puerta del negocio explicando los motivos de porque se mantenía cerrado.
El comienzo del segundo tiempo les mostró lo que ellos temían que pase, a los siete minutos Wesley Sneijder capturó un rebote a la salida del área y con un violento derechazo superó la endeble resistencia del arquero asiático. Llenos de decepción decidieron apagar el televisor y comenzar con su labor, demostrando que los argentinos no somos los únicos a los que nos cuesta aceptar la derrota.
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